El principal matiz de la política Argentina

Antes de regresar a Argentina desde el exilio, en 1973, Juan Perón dijo célebremente: “No es que fuéramos buenos, pero los que vinieron después de nosotros eran tan malos que nos hicieron quedar bien”. 

 

Perón murió en el cargo un año más tarde, durante su tercer mandato presidencial; dejó un legado controvertido y un movimiento vagamente populista, conocido como peronismo, que perdura hasta hoy. 

 

La fidelidad en el peronismo se ha mantenido durante casi un siglo en Argentina, y estar a favor es, al parecer, una condición no escrita para completar un mandato completo. Raúl Alfonsín, el primer líder no peronista que gobernó el país en 1983, desde su retorno a la democracia y dejó el cargo casi seis meses antes, después de sobrevivir a tres levantamientos militares. 

 

El siguiente presidente fue Fernando de la Rúa, el cual renunció a mitad de su mandato en el 2001, huyendo del palacio presidencial a bordo de un helicóptero blanco. El ex presidente, Mauricio Macri, asumió el cargo en 2015 y buscó la reelección, pero, después de que sufriera una desastrosa derrota en las primarias a principios de este mes.

 

Las primarias en Argentina tuvieron como fin acortar el número de candidatos, pero en realidad sirven como prueba del sentimiento nacional. Los resultados de la votación del 11 de agosto pusieron en duda la ambiciosa agenda de reformas de Macri, ya que quedó quince puntos por detrás del Frente de Todos, una coalición peronista liderada por Alberto Fernández y la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner. 

 

Desde el principio, el ex Presidente, que es un ex ejecutivo y descendiente de una familia prominente, tuvo un camino difícil para la reelección; Cambiemos, su proyecto para alejar a la Argentina del desorden económico, se ha tambaleado, y muchos votantes creen que su país estaba en mejor situación antes de que él asumiera el cargo. 

 

Recientemente se ha observado la contracción de la economía, y el año pasado la Argentina tuvo que solicitar su vigésimo segundo rescate al Fondo Monetario Internacional (FMI). En vista de que una gran parte del electorado ha desconfiado de su enfoque favorable al mercado, Macri eligió al senador peronista Miguel Ángel Pichetto como compañero de fórmula. 

 

Sin embargo, su coalición, Juntos por el Cambio, no ha logrado atraer a los argentinos, que han vuelto a asociar el peronismo con un futuro próspero.

 

Hace unos meses, no estaba claro cómo Kirchner elegiría posicionarse en las elecciones. La ex Presidenta es acusada en once casos de corrupción, pero también es una de las políticas más populares de Argentina. 

 

La reputación de Kirchner es motivo de odio y alabanza: algunos la acusan de amasar una fortuna en el cargo, de conspirar con Irán o de orquestar el asesinato de un fiscal que construyó un caso para su arresto; otros invocan su carisma desmesurado y su astuta política, o elogian sus lujosos gastos en programas sociales. 

Prueba de la perspicacia de Kirchner es su elección para presentarse junto a Fernández, como Vicepresidente, decisión que ha suscitado escepticismo pero también alivio entre quienes ven su legado como una vergüenza para el peronismo. 

 

Fernández, una ex profesora de derecho que sirvió brevemente como jefa de gabinete de Kirchner, bien podría resultar ser una fuerza moderadora. Renunció a su gabinete en 2008, siete meses después de que ella asumiera el cargo; la acusó de “distorsionar la realidad” y se opuso a su liderazgo durante años. 

 

Juntos, ahora pretenden corregir los errores que, en su opinión, el Macrismo ha traído a la Argentina.

 

Cuando Macri asumió el cargo, era inminente una crisis de balanza de pagos, las reservas de divisas estaban disminuyendo y los niveles de inflación eran tan altos que el gobierno de Kirchner había alterado las estadísticas oficiales. 

 

A las pocas horas de su toma de posesión, Macri levantó los controles de capital, lo que limitó drásticamente el comercio de divisas. Siguió adelante con el recorte de lujosos subsidios a las industrias de servicios públicos y transporte, para hacer frente al creciente déficit fiscal de Argentina. 

 

Las políticas de Macri, conocidas como gradualismo, tenían como objetivo restaurar la confianza en la economía argentina, pero algunos de sus críticos argumentaron que fracasaron porque no fueron tan graduales. 

 

El gasto de Kirchner en programas sociales y una moneda sobrevaluada habían ofrecido una apariencia de estabilidad. Así que cuando Macri recortó los subsidios del gobierno y las facturas subieron hasta un mil por ciento, la gente se resintió de los efectos tan reales.

 

“Arreglar tal predicamento mientras se evita una recesión resultó muy difícil”, me dijo Eduardo Levy Yeyati, un ex asesor de la administración. “Creo que el gobierno se equivocó por el lado de la ingenuidad al atribuir los problemas estructurales del país al ‘populismo’ y al asumir que una retórica y un reparto más favorable al mercado desbloquearía los espíritus animales de la inversión y el crecimiento”.

 

De hecho, la inversión extranjera no llegó como se esperaba o se prometió. El año pasado, en medio de una severa crisis monetaria, Argentina entró en una recesión -la inflación se disparó al 55 por ciento, el peso perdió la mitad de su valor y tres millones de personas cayeron en la pobreza. En el verano de 2018, Macri solicitó un rescate de 57.000 millones de dólares al Fondo Monetario Internacional, el mayor en la historia del Fondo. Argentina ha negociado.